viernes, 19 de septiembre de 2008

UN DOMINGO EN LA TARDE, ¡¿EN EL JOCKEY PLAZA?!

Los sueños de cualquier joven no pueden ser comparados con el único deseo que alguien puede tener un domingo, recuperar la de toda una semana para comenzar otra, en otras palabras dormir hasta si es posible todo el día. De pronto el sonido del despertador me recalcaba que este día era de gran importancia y debía cumplir mi único objetivo que me había propuesto: El averiguar como es un domingo en uno de los centros comerciales más importantes de Surco, en otras palabras y más conocido como el Jockey Plaza.

Sin perder ningún segundo más me dirigí a la avenida constructores, la más cercana a mi vivienda, para enrumbarme con el Bus de letra C hacía el centro comercial.
En el camino no podía imaginarme lo que hacía. Mi mente me preguntaba a cada instante,¿En que andas pensando en pasar un domingo en el jockey plaza?, ¿Acaso te has olvidado que odias ir de compras y en especial a ese tipo de centros?

No es que tenga algo en contra del Jockey plaza, ¿cuantos de nosotros por lo menos no hemos ido para comprar algo o ir a pasear?, sin embargo siempre yo he sido muy hogareño sobre todo en un fin de semana.

Lo único que pude responder a las ideas que rodeaban mi cabeza fue con un suave suspiro, mas ante mi tristeza de sacrificar un día dedicado para mí la flor de la curiosidad tomo mi corazón

¿Qué es el jockey plaza?, ¿Cómo a si comenzó y aun continua siendo un “boom” relacionado a ventas en Surco?, ¿Qué es lo que atrae tantas personas, de surco y de más distritos?

Al descender del bus y trasladarme por el puente que conecta la avenida Javier Prado hacía la Universidad de lima, la cual se encuentra enfrente del Jockey Plaza, los conocimientos de una investigación antes realizada comenzaron a responderme

El jockey plaza es un centro comercial ubicado en Santiago de Surco, principalmente entre la intersección de la avenida Javier prado y Carretera Panamericana Sur.
Fue el primer gran centro comercial lanzado en el Perú, el cual su apertura de puertas sucedió en el año 1997 comenzando y aun continuando aquella revolución de centros comerciales.

No me había dado cuenta que era muy poca la distancia de caminar desde el puente hacía su entrada de estacionamiento, lo cual me dio un gran alivio porque ganas aun me faltaban para continuar. En mi andar aun faltaba una duda por responder, que tiene este centro gigantesco comercial, que es uno de los más, o el más importante, en el distrito de surco, para que personas desde lugares muy alejados, como ventanilla o san Juan de Lurigancho vinieran de vez en cuando.


Estando frente a frente a la entrada, aquella misma que desde muy infante me hacía renegar por el hecho de saber que cuando venía con mis padres a comprar cosas saldría muy tarde del lugar, miré mi celular y me sorprendió que el reloj marcara las Trece horas y treinta minutos.

Dejando de lado todos los recuerdos y colocando mi objetivo principal sobre todo plano astral, entré al inmenso coloso en donde mi primera reacción fue dirigirme al segundo piso hacía aquel espacio de pequeños locales de comida rápida agrupada delante de distintas pantallas de televisión.

La sorpresa me invadió de tal forma que me dejó sin aliento. Sabía que el lugar era muy agradable, opinión por parte mía y de distintas personas, pero nunca me había detenido por un solo instante para apreciar el ambiente.

Mi mirada no podía enfocarse en un punto preciso porque el movimiento de padres, hijos, novios y amigos eran constante por lo largo de los locales de comida transformándose casi una tarea imposible ubicar un sitio en las mesas ubicadas por la gigantesca aula

Tras sentir el ambiente de cierta importancia y constante movimiento la voz de un conocido me hizo girar. Giancarlo Pali rozas, estudiante de la universidad U.P.C y músico amateur a caminos al profesionalismo, con residencia en surco, se acercó a mí para darme un fuerte abrazo.
En su bondad me convidó un almuerzo, cuando después de los agradecimientos y las palabras de que no debes de pagarme, me atreví a preguntarle que es lo que te atraía venir un domingo.

Al mismo instante que terminé mi pregunta, Maria Alejandra Quispe, vecina y novia de Giancarlo se sentó a nuestro lado.
Como muestra de aprecio me levanté para saludarla y una vez más repetí mi pregunta.
Sus respuestas fueron muy similares. Ellos comentaron que el atractivo principal de pasar un fin de semana en el lugar era que se encontraba muy cerca de sus hogares, de la misma manera que había de todo, si deseaban divertirse podían ir al cine o al “Happyland” (Pequeño parque de diversiones dentro del Jockey Plaza), también si lo que querían era comer se encontraban con la inmensa aula en donde nos encontrábamos y para finalizar mencionaron que todo el centro comercial producía un ambiente que incentivaba ir a visitarlo y pasar un día en el.

Después de comer gratis, me di cuenta que lo mejor era retirarme y no interrumpir. Al caminar por el segundo piso, aun continuaba pensando lo que Gian y Maria me comentaron sobre el ambiente que producía.

Tal vez sea ese el verdadero atractivo, el ambiente que producía en el jockey, sin embargo continué mi recorrido por las distintas tiendas del lugar, viendo como los minutos corrían.

Entré a una tienda que me llamó mucha su atención por la cantidad de gente que se aglomeraba para entrar, era la tienda de la Apple.
Comencé a recordar que hace dos días atrás Diego arista, alumno de la universidad de Lima y estudiante de la facultad de ingieneria, me mencionó que el local de ventas de Apple llamaba mucha la atención de la gente y que era la primera en todo el Perú.

Sin dudar y viendo que aun mi aventura no acababa tenía que entrar. Ya encontrándome adentro las ganas de comprarme una computadora o un IPhone (Los nuevos aparatos que cautivan a todo joven) me ganaban, sin embargo el bolsillo lleno de diez céntimos exacto para el pasaje de regresada a mi morada decían lo contrario.

Entre la multitud aprecié como la mirada de fascinación de los jóvenes resaltaban en sus ojos, pero por parte de los padres y señores de edad que se encontraban se le denotaban en el rostro por sus gestos cierta indiferencia y hasta falta de comprensión de estos aparatos tan modernos.
Me acerqué a una joven de quince años que demostraba gran facilidad y practica relacionado a esos aparatos, Maife Collado tras preguntarle qué hacia una tarde en el Jockey Plaza, comenzó a reírse llegándome a asustar por saber que yo soy despistado conmigo mismo y que tenía el cabello parado o la ropa desarreglada.

Al cortar sus carcajadas me dio un gran alivio tras comentar que hace unos momentos se encontró con un amigo de la escuela que le preguntó lo mismo. Después, prosiguió dictaminando que había venido al Jockey Plaza para comprarse una laptop y que aunque era domingo valía la pena ya que muchas veces se encontraba sin hacer nada en sus hogares y por ser el último día de fin de semana, a unas horas para el colegio de nuevo, también sus compañeros o la mayoría de ellos no podían juntarse por diferentes motivos.

Lo único que podía responderla era afirmando con mi cabeza en un movimiento de arriba hacia abajo mientras sostenía con una mano mi cuaderno y con la otra escribía lo que decía.

Fue en ese preciso instante que me tomó de sorpresa sus palabras, al mencionar que tampoco se sentía mal pasar una tarde en el centro comercial por la ubicación en donde se encontraba. De manera veloz me contó que una vez fue a un centro comercial en el centro de lima, en el cual tras salir de hacer sus compras con su madre fue asaltada.

Lo único que pude responder fue con un lo siento. Ella continuó con su relato al explicarme que a ella nunca le pasó y cree que tampoco en el Jockey Plaza porque es seguro internamente y en sus exteriores.

Deseaba saber un poco más de su opinión ya que sabía que la andaba pasando genial en el uno de los pequeños locales en la inmensidad del centro comercial pero sentía la mirada de los padres de Maife sobre mi cabeza y lo más sabio fue retirarme sin antes darles las gracias.

Un sentimiento de familiaridad irradiaba desde lo más profundo de mi corazón mientras me dirigía a paso lento hacía uno de los centros anexados al Jockey Plaza. Fue en ese preciso instante que observé como un niño sostenía las manos de su padre y madre sin dejar de insistir ir a comer un cono de helado.

De pronto mi mirada se enfocó en una pareja de enamorados que pasaron por mi lado derecho, los cuales tenían una imagen de cursar el último año de escuela y detrás de ellos un grupo de amigos que reían ante comentarios graciosos por parte de cada uno de sus integrantes.

Todas escenas vistas las había pasado en algún momento de mi vida en el mismo lugar donde transcurría, los recuerdos de haber venido con mis padres cuando era niño, el de haber estado caminando sostenido de manos con mi enamorada (la cual motivos del corazón somos dos personas ajenas entre si mismas) y con mis amigos haciendo bromas con el fin de que el tiempo pase.

Tras descender al primero piso, tomé asiento en una de las mesas pertenecientes a una de las cafeterías al aire libre del Jockey plaza. Una señorita vestida de rojo se me acerco para saber que deseaba de tomar o comer. En realidad sabía muy bien que no tenía nada de dinero para gastar y la vergüenza de estar sentado sin comprar nada me hacía sentir peor.

Sin saber que hacer, le dije lo primero que se me vino a la mente y era que estaba esperando un amigo y después de eso pediría algo con el. La joven muchacha solamente sonrío y se retiró. Aun no sabía como me había escapado de eso pero tenía que regresar a mi objetivo.

La cantidad de personas para observar eran imaginables, tanto a sí que algunas salían del local con una cara de alegría, indiferencia, tristeza o preocupación. Era como si todo el lugar era una feria en donde uno podía salir de los juegos ganando, perdiendo o como llegó.

Me mantuve en el mismo sitio por una hora, entre susurros y fuertes voces podía escuchar los planes de hoy día en el lugar, un grupo de niños acompañados por sus padres tenían pensado ir a divertirse en la pista de hielo inaugurada hace unos meses atrás. Una señora de aires de riqueza acompañada del esposo se peleaban porque película ver en las salas de cine, si mejor era una cinta de comedia o de drama.

Un bostezo de cansancio me hizo regresar a la realidad del tiempo. Al sacar de mi bolsillo mi celular me sorprendí con cierta gracia la hora que era. El reloj marcaba las dieciocho horas de la noche.

Sosteniéndome a mi mismo me levanté de la mesa lo más rápido posible para salir lo más rápido posible del centro comercial, con el fin de que la señorita que me atendió en la cafetería no me viera por haber estado sin llegar a consumir algo.

Después haber tomado el mismo bus que me trajo, llegué a mi hogar a las dieciocho horas con treinta minutos. Por inercia abrí la puerta de mi casa y me dirigí de largo a mi cuarto para recostarme sobre aquella cama que había dejado mientras le pedía perdón por haberle sido infiel en este día.

Después de dar unos giros sobre ella, las vivencias vividas ese día en el centro comercial me cambiaron la perspectiva de la situación.
Una tarde en el jockey era no solamente para comprar y aburrirse (en mi caso), sino era todo lo contrario como ir al cine a ver una bella película o estar solamente caminando por lo largo e inmenso del centro comercial con tus amigos, hasta solo y no te podías aburrir.

Mientras continuaba pensando me di cuenta que era la primera vez que no la había pasado mal y que había conseguido lo que me había planeado desde el inicio.
Una tarde en el Jockey Plaza, especialmente un domingo, es divertirse en la teoría y en la práctica. Es un tiempo agitado en donde las personas se mueven por todos lados sin poder saber que sucederá produciendo distintas sorpresas en cada paso dado por los locales que los conforman ya que uno no sabe con quien podría toparse (desde amigos hasta estrellas de la farándula) o que actividad puede suceder (como ventas a mitad de precio a conciertos y eventos de gran masa).

Puedo decir que lo que me cautivó en todo momento fue el ambiente que producía el centro comercial y los mismos que lo visitaban.

Tal vez no crea que por mi parte cometa esa locura que se volvió cordura al final pero les puedo asegurar que si desean no aburrirse y llorar por el lunes que se acerca, vean con sus propios ojos que en aquel popular centro comercial no podrá aburrirse más que estar sin hacer nada.

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